La historia de la humanidad ha estado signada por el flagelo de la esclavitud, consideren por un momento la siguiente premisa: desde la aparición del homo sapiens sobre la faz de la tierra hasta la el año 1.706, cuando el magistrado John Holt en sentencia declarara: «Tan pronto como un negro pise Inglaterra, se hará libre», pasaron ciento de miles de años.
Por supuesto, del dicho al hecho hay mucho trecho y las nobles intenciones del magistrado fueron contradecidas y sepultadas por la nobleza de la época. Tuvieron que pasar casi cien (100) años para que en 1.803, Haití se convirtiera en el primer país en abolir la esclavitud.
Consideraciones
¿Podemos pensar, entonces, que lo de Haití marcó el principio del fin de la esclavitud? Quizás en la manera como se conocía tal flagelo, sí, pero del modo en que la humanidad cree sería el correcto, tal vez, hay mucho por hacer todavía.
Según la Organización Mundial del Trabajo (OIT) más de cuarenta (40) millones de personas viven bajo la égida de una nueva forma de esclavitud: El trabajo forzado. Mujeres y niñas son, particularmente, la mayor cantidad de víctimas con el 71% de los individuos.
A la luz de tales hechos, muchas organizaciones de la sociedad civil, intentan advertir sobre las formas de esclavitud moderna que se hacen presentes en muchos países del mundo, en mayor o menor medida.
Enfoque
¿Podríamos definir como esclavitud el bajo salario que no permite un nivel de vida digno? ¿Cuál sería la línea que delimita una retribución justa de la que no es? Tan delicados dilemas son difíciles de dilucidar, sin una conciencia colectiva sobre la existencia -de facto- de personas viviendo con un salario que apenas les alcanza para subsistir.
Partiendo de esta última premisa, podemos mencionar los probables causantes del problema: corporaciones más concentradas en las ganancias que en el talento humano, mafias de trata de personas para trabajos forzados en fábricas clandestinas, explotación de migrantes ilegales en los países del primer mundo, la falta de conciencia de los individuos para luchar por sus propios derechos en algunas sociedades, gobiernos más interesados en la recaudación de impuestos y en el favorecimientos de contratos que en la protección del derecho de los trabajadores y la lista continuaría.
¿Qué se está haciendo?
Dentros del marco de los objetivos de desarrollo sostenible, delimitados por la Organización de las Naciones Unidas (O.N.U.), el número ocho (8) habla de promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible. También decidió, en asamblea general, declarar el dos (2) de Diciembre como día internacional para la abolición de la esclavitud.
Además de ello, la Organización Mundial de Trabajo, promueve el cierre de la brecha salarial entre géneros y vigila el crecimiento mundial de los salarios a través de informes que ayudan a crear conciencia sobre el desafío tan grande que significa la conversión del esfuerzo humano en la retribución de emolumentos justos.
¿Es suficiente?
He aquí, precisamente, la raíz del problema: las declaraciones de principios rimbombantes de organismos multilaterales y los estudios pormenorizados sobre la situación mundial del trabajo forzado y los salarios justos, no van a cambiar el hecho que millones de personas siguen padeciendo formas de esclavitud moderna.
La voluntad política de cambio, requiere de un compromiso global. La convicción que la humanidad tiene de buscar el desarrollo sustentable, pasa por la obligación de acabar de raíz la explotación de los menos favorecidos. La pregunta necesaria y que todos nos hacemos: ¿Quién le pone el cascabel al gato?
Hay un elemento inherente a la condición humana: La codicia. Mientras esta exista, difícilmente se pueden lograr avances para tratar los problemas de esclavitud moderna. Incluso, pone en peligro el objetivo número uno (1) del desarrollo sostenible: El fin de la pobreza.
Voluntad
Si algo ha demostrado la humanidad a través de la historia es la férrea voluntad de enfrentar la falta de conciencia; mayor educación no siempre resulta en mejores sociedades, pero el alcance de las redes de información modernas, con seguridad, fabricarán un camino para tomar los correctivos en el mañana.
¿Cuanto puede durar? En la medida que la sociedad civil presione a los políticos y a las corporaciones; además, de perseguir sin miramientos a los infractores de los derechos humanos más básicos, podemos estar encaminados a una resolución del problema.
Sin embargo, el individuo, como un todo, también debe hacerse responsable por un mayor esfuerzo en cuanto a la consecución de sus derechos, respetando sus obligaciones. Sin una participación activa en organizaciones que trabajan para tal fin o en la divulgación y denuncia de prácticas contrarias a las leyes, jamás el problema de la esclavitud moderna será erradicado.
Abolición real
Si como individuos conscientes tenemos la determinación de hacer lo correcto y denunciamos cada oportunidad que se nos presenta, allí, en el entorno en que nos movemos, podríamos hacer más por ayudar a millones de personas que se encuentran en esta deleznable situación.
La acción es la que impedirá que se sigan reproduciendo las formas de esclavitud moderna, ni siquiera la conciencia del problema ya es suficiente; la empatía es el arma por excelencia para intentar reducir la brecha entre la explotación y el salario digno, quienes tienen el poder económico tienen que estar claros que un mundo bajo la égida de la impunidad es imposible que sea viable.
Tarde o temprano, si los correctivos no se toman, las consecuencias para el desarrollo sostenible de la humanidad, pueden verse comprometidas.
Y no quisiera estar presente, si eso llegara a suceder.
Escrito por: @fermionico
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