Contenido Original | El jazz ¡música para el mundo!

¿Jazz? ¿Qué es? ¿Cómo suena eso? ¿Es extraño que alguien haga estas preguntas en el mundo de hoy? No. Aunque pueda parecernos extraño, son millones de personas a las que usted pudiera preguntarle si conocen el jazz y su respuesta sería negativa. Nuestro mundo es bastante grande. Pero limitemos un poco la escala, quedémonos en nuestro hemisferio, el occidental. Volvamos de nuevo con la pregunta: ¿Conocen el jazz? Es probable que todavía muchísimas personas declaren que no, que no saben de que se trata.

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Fuente: Pixabay

Si a esas mismas personas les preguntamos: ¿ven películas o series de televisión? Probablemente nos van a decir que sí. Entonces es casi seguro que conozcan el Jazz aunque no lo sepan. El Jazz es uno de los géneros musicales que tiene una fuerte presencia en las bandas sonoras de muchas películas y series de TV. Desde las clásicas películas de dibujos animados de Disney hasta una serie de superhéroes con toques detectivescos, como Jessica Jones, han conseguido en el Jazz la forma musical que mejor les permite acompañar su propuesta visual. EL Cine y la TV han sido los mayores difusores de este género musical.

La interconexión que tenemos en el mundo de hoy ha facilitado la continuación de un proceso que se viene dando en los últimos cien años, donde las sonoridades, las cadencias, los ritmos del Jazz han permeado, de uno u otro modo, la mayor parte de la historia músical.

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Fuente: Pixabay

Orígenes

La raíz más profunda del Jazz está en la música tribal de los grupos humanos provenientes de África. Fueron millones de personas desarraigadas de sus lugares de origen, fracturadas en su tejido social, las que llegan al continente americano ,desde el siglo XVII, con un único equipaje que les permitió trascender en el tiempo: la música que los habitaba.

Desde su llegada los grupos de esclavos africanos hicieron conocer en el nuevo continente su riqueza rítmica y su potencia musical. En las diferentes plantaciones y centros de trabajo los esclavos asumían con dignidad y entereza las rutinas de trabajo a las que eran sometidos. Optaban por cantar como un medio para exorcizar la terrible experiencia del desarraigo, para hermanarse en un canto común, para encontrar alivio ante las duras y extenuantes jornadas de un trabajo que, en muchos casos, excedía ampliamente la capacidad humana. Esos cantos de trabajo aportaron al Jazz la piedra angular para su desarrollo: la improvisación. La música producida por los africanos en esos lejanos años de la esclavitud era un ejercicio total de improvisación.

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Fuente: Pixabay

Como instrumentos echaban mano a cualquier cosa que pudieran utilizar. Cualquier recipiente doméstico como los usados para conservar el agua o cocer los alimentos, los recubrían con un pedazo de cuero de vaca y este servía perfectamente como un tambor. Dos pedazos de quijada de animal o sencillamente dos pedazos de madera, se transformaban en las manos de aquellos ángeles del ritmo, en formidables instrumentos de percusión. Unos pedazos de cedazo atados a cualquier pieza de madera y montados sobre alguna vasija de metal, servía para crear sonidos similares a los de cualquier otro instrumento de cuerda pulsada, como los que había conocido el continente europeo.

A esa base rítmica se iban añadiendo las voces de los cantantes. Sin ningún acuerdo entre ellos, sin ensayos previos, sin ningún tipo de texto, ni partitura que los orientara, cada cantante, desde su propia tesitura, era capaz de acoplarse a un coro que iba creciendo en multitud de voces, hasta coordinar una polifonía magistral. La improvisación era el ADN que se iba transmitiendo de generación en generación para hacer posible la conservación de esta nueva musicalidad.

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Consolidación.

En el año de 1817 la ciudad de Nueva Orleans da un gran ejemplo de tolerancia, crea la Congo Square (Plaza del Congo), ubicada cerca del actual Louis Armstrong Park. En ese sector de la ciudad los negros podía acudir los domingos a celebrar sus danzas, era un sitio que permitía el encuentro de músicos y cantantes. A diferencia de otras regiones de U.S.A. donde se prohibía expresamente la difusión de la música creada por los negros, Nueva Orleans la estimulaba y la protegía. Quizás esa tolerancia se debía al carácter multicultural de la ciudad, en ella convergían irlandeses, franceses, gente procedente de las islas del Caribe, sobre todo de Haití y Cuba, blancos americanos e ingleses.

Esta ciudad se fue convirtiendo en el gran centro de producción musical de los afros descendientes. Un asunto que siempre llamó la atención a los blancos dueños de esclavos era la facilidad con que las personas de color podían hacer sonar los instrumentos musicales provenientes de Europa. Los violines, las guitarras, las armónicas, los instrumentos de viento, ninguno tenía dificultad para esos oídos privilegiados. Todos eran fácilmente descifrados. Y no solamente eso, sino que los descendientes de africanos eran capaces de transformar los patrones compositivos europeos, dotando a la música de una sorprendente capacidad evolutiva.

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Géneros como el blues surgieron como una novedad absoluta, una composición de doce compases con unas armonías propias entre las que destaca la Blue Note, sirvieron para acompañar letras con profundo contenido emocional. Músicas y letras melancólicas que servían para comunicar todo el sufrimiento contenido en las vidas de unas personas que seguían siendo maltratadas sistemáticamente. El Blues más que para ser bailada es una música para ser cantada y, sobre todo, sentida.

Con todos esos aliños del sincretismo cultural del sur Estadounidense terminó de cuajar el Jazz. Al igual que el Blues conservó en muchas de sus variantes ese fuerte sentimiento melancólico, pero a diferencia de este sirvió también para alegrar la vida. Buena parte del Jazz ha servido para lanzar a las pistas a millones de bailadores, el ritmo de muchas piezas de Jazz es suficientemente contagioso como para mover todas las fibras de cualquier cuerpo humano.

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En atención a la importancia que ha tenido el jazz en la banda sonora de la humanidad, las Naciones Unidas han seleccionado el 30 de abril de cada año como el día internacional del Jazz. Entre los considerandos de la resolución está: destacar el valor que tiene la música del Jazz para generar sociedades más inclusivas. Sin duda que el Jazz es una muestra del potencial que tiene el sincretismo cultural para el desarrollo de la cultura humana.

Pensemos un momento que sin la influencia del Jazz no existiría uno de los grandes textos de la humanidad, como lo es la memorable Rayuela, de Julio Cortázar. Qué desabridas resultarían las películas de Woody Allen sin el Jazz como telón de fondo de sus dramas y comedias.

¡Larga vida al Jazz!

Escrito por: @irvinc
Editado por: @fermionico

Para ampliar: Historia del Jazz, Ted Gioia, disponible aquí.

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