¿Cuál verdad? | Contenido Original

Nunca en la historia de la humanidad, la verdad ha quedado tan lastimeramente herida como en la época que transitamos. Imaginen esto: falsos positivos, fake news, periodistas asesinados, medios cerrados por gobiernos, redes sociales manipuladas y pare usted de contar. Es como si un organismo, relativamente sano hasta no hace mucho, lo invadiera un cáncer supremamente agresivo y lo fuera carcomiendo rápidamente.

Vamos, no seamos cándidos y reconozcamos que la verdad siempre ha estado bajo ataque, pero en ésta época, donde un suceso en Australia es del dominio mundial en pocos minutos, es especialmente alarmante la manera como se nos tiene informados: cual borregos a los que se les selecciona el menú a tragar, para que andemos dormitados y no cuestionemos decisiones que afectan al mundo entero.


Pongamos dos ejemplos: el ya tan cacareado Covid-19, que tantas canas y cadáveres tiene acumulado ¿Recuerdan como fueron intimidados los médicos del sistema de salud para que callaran la verdad, en el país donde se originó la pandemia que nos ha puesto de rodillas? No solo eso, La cantidad de números manejados por los medios de cada país, de muertos y contagiados, proporcionados a discreción por los sistemas de información. Sin un mínimo de rigurosa metodología y por no traspasar las pruebas estadísticas, este ha sido otro de los ataques soterrados a la verdad.

¿Otro ejemplo? Salvando la distancia y el tiempo, el caso del asesinado arzobispo Arnulfo Romero en medio de la guerra civil salvadoreña. Un tipo que su religión le obligaba defender al más débil y que un día decidió no quedarse callado. A mansalva fue asesinado y todavía su verdugo anda suelto relamiéndose con el hecho de que nunca ha sido capturado, para pagar por esa muerte. El sacerdote se dió a la titánica tarea de denunciar los desmanes del ejército salvadoreño y fue así como su ejecución en 1.980 pasó a ser el símbolo de quienes luchan por la verdad.


Y luchar por la verdad es un eufemismo hoy día: todo el mundo dice tenerla amarrada cuando la realidad es que ella (la verdad) evade todo tipo de encasillamientos. Me explico, partiendo del principio leído por ahí: «Existen tres verdades: la tuya, la mía y la verdad verdadera» ¿Puede alguien asegurar la potestad sobre la verdad? Y es algo tan filosófico que podríamos malgastar miles de horas pensando sobre lo impoluto en la condición de la verdad. Y sería una magnífica y olímpica manera de perder el tiempo, un bien tan escaso como la dichosa verdad.

Imaginen lo mal que andamos respecto del tema, que Naciones Unidas no le ha quedado más remedio que insuflar vida a un día de observancia llamado: Día Internacional del Derecho a la Verdad y aleccionar a las generaciones actuales sobre los desafíos para restablecer el derecho humano más sagrado: el derecho a información fidedigna. Pero una cosa es que un organismo multilateral gaste su presupuesto en bagatelas como esta y otra muy diferente es que las élites gobernantes del mundo quieran o piensen que usted tiene derecho a saber lo que en realidad sucede.


Una frase de un viejo largometraje quedó fijada en la mente de éste redactor e ilustra parte de lo que intentamos significar: «si el pueblo supiera la cantidad de dinero que se gasta en cuidar políticos, el pago de sus dietas y el gasto en los banquetes de estado, habría una nueva revolución francesa» Y sí, quienes principalmente tienen la responsabilidad de guiar el destino de las naciones, han estado corriendo la arruga porque, al fin y al cabo, tienen para ellos también la teta del estado.

Hablar de la verdad como una bandera, también entrega sospechas a quienes están del otro lado del micrófono. La desconfianza en lo que transmite los medios, ha convertido en verdad los escenarios de películas orwellianas o de cualquier largometraje de ciencia ficción donde cuestionada por la población, la verdad de lo escuchado o visto ha quedado mal parada.


Bien, expresado el escenario más oscuro sobre la verdad ¿qué hacer? Lamentablemente, no veo otra salida que cuestionar todo lo que escucha y ve. Y esto es muy triste. Porque la verdad es que solo cada quien puede influir poco en la construcción de la verdad. Y lo digo con el conocimiento de causa, dado que la frase que precede a éste párrafo, está sustentada en el principio del caos y es que todo sistema tenderá a desordenarse, a menos que cada uno de sus componentes trabaje en sentido contrario a esa tendencia.

Es decir, es la propia sociedad en conjunto y colectivamente quien debe poner el remedio a la enfermedad. Y ya sabemos como se ponen las cosas cuando el esfuerzo de todos es requerido. Aún, en este escenario sombrío, puede que usted ayude si se niega a compartir cualquier noticia no confirmada y reproduce aquellas que son del dominio público. Solo con eso, comenzando en casa y creando conciencia.


¿Por qué? Si se cruza de brazos y no hace nada, pues, las cosas seguirán igual. Pero si se levanta con la conciencia debida de lo que significa el engaño habitual, puede que tengamos una oportunidad. La verdad siempre estará contaminada con las creencias de cada quien, el asunto está en limpiarla. Y eso es un desafío enorme para cualquiera. Pero siempre que haga su parte, podríamos generar los cambios que siempre andamos demandando, pero que por culpa de nuestra propia apatía, no suceden

La verdad siempre será una materia prima imprescindible en una sociedad que desee un mejor mañana. A partir de ella se construyen bases sólidas donde la justicia echa raíces. La pregunta necesaria es ¿estás dispuesto a luchar por ella o seguirás de brazos cruzados?


Escrito y diagramación: @fermionico


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