La Bicicleta del Tiempo | Contenido Original

Recuerdo aquél día en el que me encontraba en completa soledad en mi habitación, pensando en si realmente había tomado las decisiones correctas sobre el rumbo de mi vida, cayendo un poco en esa clásica desesperación conocida como «La crisis de los 40» mientras vertía un poco de ron en un pequeño vaso con hielo que tenía en la mesa de noche; tal vez no podía pedir más esa noche, pero aún así lo hice.

Me acosté llorando, deseando con todas mis fuerzas que la vida fuera completamente diferente y que se me diera una oportunidad de cambiar mi vida desde la raíz, sabía que no existía manera alguna, pero la voluntad a veces puede ser capaz de proyectar visiones y cambiar ciertas realidades, a veces hasta puntos un poco… milagrosos, y definitivamente me sucedió, solo que, no sabía qué tan distinta habría sido mi vida de haber tomado otras decisiones.

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Foto por Mikkel Bech en Unsplash

Luego de esa noche, todo se volvió muy confuso, desperté con muchísima resaca, el dolor de cabeza que tenía era muy profundo y sentía que realmente muchas de las cosas de la noche anterior eran muy difusas, pero lo más extraño del día después, es que al lado de la puerta de mi casa, se encontraba una bicicleta con un diseño muy extraño, que tenía una pequeña palanca en el manubrio, que tenía 3 direcciones o 3 señalizaciones: P – P – F.

Al principio empecé a investigar por si a alguien se le había extraviado esa bicicleta en mi casa, comencé a tocar las puertas de mis vecinos pero nadie me decía absolútamente nada, nadie sabía de esa extraña bicicleta, así que decidí dar un paseo en ella a ver qué tal, pero no sabía realmente cómo hacerla mover; sonará muy tonto, porque realmente sí sabía manejar bicicleta, pero esta era muy extraña, era como si estuviera pegada al piso, sin embargo, intenté de todo, hasta que moví la palanca hacia la P de abajo y la bicicleta me permitió pedalear, pero luego de eso…

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Foto por Jake Blucker en Unsplash

Viví una de las sensaciones más extrañas de mi vida, estaba recorriendo mi vecindario pero todas las luces se veían extrañas, se estiraban hasta el infinito, como si se tratase de una fotografía con un nivel muy alto de exposición, pero interesantemente luego de un par de minutos, sentí como si me llamara el lugar desde donde comencé a pedalear, era como si tuviera que haber encajado mi posición ahí, donde empezó todo, así que seguí esa sensación al pie de la letra y me volví a estacionar al lado de la puerta de mi casa.

Cuando me bajé de la bicicleta, a pesar de estar en mi vecindario, todo se veía diferente, habían casas que tenían pinturas extrañas, habían letreros que tenía años que no veía en los postes de luz, inclusive mi casa se veía muy diferente, al punto de que, mi llave no abría la puerta principal, así que tuve que tocar la puerta a ver si alguien me contestaba, aunque realmente no tenía esas expectativas porque mis padres me abandonaron cuando era pequeño y mi abuela ya hace varios años que…

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Foto por Ravi Patel en Unsplash

«Buenas tardes, ¿qué se le ofrece?» fue todo lo que pude escuchar, quedé perplejo, casi como en shock, por el hecho de que me encontraba al frente de mi abuela, a quién tenía casi 20 años que no veía; una lágrima comenzó a recorrer mi mejilla y no sabía cómo responder, solo le pregunté si tenía un poco de agua que me regalara porque llevaba rato pedaleando y me dijo que esperara un momento mientras iba por ella.

Pensé que estaba soñando, pero realmente todo era demasiado tangible, puedo dar certeza que todo lo que podía tocar y ver ahí era completamente real, recuerdo haberle dicho a mi abuela que como agradecimiento por el agua, fuera y le diera un increíble abrazo a su nieto, ella me miró sorprendida, pero una sonrisa se dibujó en su rostro, como si realmente me hubiera reconocido ese día; luego de haber cerrado la puerta, decidí repetir el proceso para ver qué podía pasar, pero esta vez, coloqué la palanca en la F y comencé a pedalear.

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Foto por 𝓴𝓘𝓡𝓚 𝕝𝔸𝕀 en Unsplash

Esta vez el viaje fue diferente, comencé a ver luces de diferentes formas y tamaños alrededor de mí, empecé a marearme a medida que pedaleaba y sentí que la bicicleta agarraba mucha más velocidad que de costumbre, realicé un pequeño parpadeo y sentí que la bicicleta frenó de golpe y llegué a un lugar muy extraño.

Imagino que era mi vecindario, pero todos los edificios se veían demasiado diferentes, la arquitectura era muy sofisticada pero a su vez súper minimalista, como si la humanidad hubiera encontrado maneras de utilizar menos recursos para construir las edificaciones, y mi casa se veía muy épica, sin embargo, era obvio que ya no podía entrar porque no tenía llave, sin embargo, pude ver por la ventana que había un señor muy mayor viendo un vídeo en una especie de máquinas de hologramas que tenía en la sala, me entró curiosidad, así que decidí quedarme a ver.

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Foto por Victor Freitas en Unsplash

Al parecer, estaba en el futuro y se había inventado una manera de poder obtener recuerdos de nuestros seres fallecidos a través de pequeñas trazas de ADN; lo que estaba viendo en el holograma, eran mis padres entregándome a mi abuela, ese día pensé que me habían abandonado y nadie me había dicho lo contrario, pero pude notar cómo unos soldados se llevaron a mis padres, dejando a mi abuela a cargo de mí, siempre viví con rencor pensando que ellos me habían dejado, pero más bien hicieron el sacrificio más grande para que yo pudiera vivir.

Mi abuela guardó el secreto porque mis padres tuvieron que ser borrados de la existencia, sus credenciales quedaron en el olvido, pasaron a ser objetos de guerra para la situación que atravesaba mi país, pero a través de ese sacrificio, mi abuela tuvo una gran manutención de parte del gobierno para poder mantenerme y heredarme lo que hoy en día me sustenta, todo eso fue gracias a mis padres, aún no lo puedo creer.

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Foto por Nikola Knezevic en Unsplash

Volví a mi vecindario al colocar la palanca en la P central, porque realmente descubrí de qué se trataba esta bicicleta; realicé viajes en el tiempo, volví a ver a mi abuela y me ví de viejo, debo decir que me sentí muy triste por haber cargado con tanto rencor durante tanto tiempo, pero al parecer mi milagro sí se cumplió.

Luego de haber entrado a mi casa, decidí que quería guardar la bicicleta en el patio trasero, así que salí a buscarla a la puerta de mi hogar, pero para mi sorpresa, cuando fuí a verificar el lugar donde la dejé, no encontré más que una simple nota que decía: «Muchos de los sacrificios más grandes del mundo nunca fueron a simple vista, el silencio atesora momentos hermosos que solo pueden sentirse como la brisa en la piel, por esas cosas, cada día hay que agradecer», la guardé en su sobre, sonreí y me preparé un té, y desde ese día, decidí comenzar a escribir.

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Foto por Andrew Dustan en Unsplash

Este post es realizado para conmemorar el Día Internacional de los Padres y el Día Internacional de la Bicicleta, los cuáles se celebran el 1 y 3 de Junio, respectivamente, decretados así por la Organización de las Naciones Unidas como días para reflexionar sobre el cuidado de nuestros familiares, en especial nuestros padres por ser los que nos han otorgado la vida y para recordar que nuestra salud es importante y el hecho de realizar actividad física es totalmente esencial en nuestra vida cotidiana, por lo que, el recurrir a una bicicleta nunca está demás.


Escrito y diagramado: @ilazramusic

Edición: @fermionico


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