Contenido Original // La magía de las brujas y sus conjuros.

Bicho inmundo, yo te conjuro

si eres hembra, la cabeza y la lengua,

 y si eres macho, la cabeza y el rabo.

(Conjuro, posiblemente medieval, para expulsar brujas y demonios, recogido en Toledo, España)

Fornica con el Diablo. Puede volar montada en un palo o en una escoba hasta el aquelarre, su cuerpo untado de ungüento de sapo maldecido. Es enemiga de Dios y de la iglesia católica. Echa el mal con los ojos, o lo sopla en tus orejas mientras duermes. Seca tu simiente y provoca abortos. Te deja impotente y estéril. Mata el ganado. Sacrifica niños. Agria la cerveza. Seca el mar. Causa pestes, enfermedades, ruina y muerte.

Es la bruja, malefica (latín), sorguin (vasco), sorcière (francés), bruxa (portugués), que recibe órdenes directas del Diablo porque ha hecho el pacto de servirle y lo ha sellado mediante el ósculo infame.

Osculum infame es el nombre de una ceremonia ritual atribuida a las brujas, con el que supuestamente expresaban su sumisión al Diablo. La expresión es latina, y significa «beso infame», ya que consistía en besar el ano del Diablo, su «otra boca». Según la creencia popular, era este beso lo que permitía al Diablo seducir a las brujas.

Hécate, por William Blake [www.absolutviajes.com]

La diosa Hécate, protectora de los partos, sería considerada en la Edad Media y el Renacimiento como hechicera y Reina de los fantasmas.

Aun siendo la brujería una práctica asimilada y tolerada en general por las sociedades antiguas, giros graduales de las creencias y valoraciones religiosas, fundamentalmente de las instituciones eclesiásticas, habilitaron una dinámica de condena que derivó en cruenta persecución. Así, la curandería y otros ritos supersticiosos de protección doméstica, cuyos orígenes se borran en el más remoto pasado de la cultura humana, fueron arduamente perseguidos y sus practicantes sometidos a férreos castigos, que incluían torturas fatales.

Se creía que las brujas (y se confirmaba mediante confesiones arrancadas bajo tortura), casi en su totalidad acusados de tales por ser indigentes, personas con diversas condiciones siquiátricas y sicológicas, excentricas, homosexuales, en fin, aquellas que por las causas que fuere eran diferentes o socialmente repelentes, eran capaces de hacer mucho daño en connivencia con el Diablo y otros demonios menores. A ello se suma el hecho comprobado históricamente de que pronto los tribunales habilitados para la sagrada misión de castigar y enderezar a los acólitos del Diablo en la Tierra servirían de andamio para las más infundadas acusaciones con el fin de confiscar bienes o satisfacer deseos de venganza.

En occidente, las instituciones eclesiásticas, fueran estas católicas o protestantes, tuvieron un protagonismo singular (los tribunales civiles también hicieron su parte). Son tristemente recordados, por ejemplo,  los [juicios de Salem, donde la iglesia protestante puritana actuó junto a tribunales civiles: se estima que producto de las acusaciones de brujería comenzadas por un grupo de adolescentes y que desencadenó procesos en varios condados de Massachusetts cobró por lo menos cinco muertes en prisión y diecinueve condenas de ahorcamientos.

En el mundo cristiano bajo el amparo de los tibunales de la Santa Inquisición durante el período histórico que abarca los siglos XIII a XVIII d.C., la persecución es notable históricamente por su sistematicidad.

Aquelarre. De la serie Pinturas Negras, de Francisco de Goya

Malleus maleficarum

Malleus maleficarum (El martillo de las brujas)  es un compendio basado en preguntas y respuestas, escrito por los monjes inquisidores dominicos Heinrich Kramer y Jacob Sprenger. Fue publicado en Alemania en 1487 y se erigió, con más de treinta ediciones en los siguientes cincuenta años, en un libro muy reconocido y en uno de los documentos que le daría fundamento veritativo a las muchas atrocidades cometidas en este período en nombre de la fe católica:

Llegamos, pues, a la conclusión, de que la verdad católica es la de que, para provocar esos males que constituyen el tema de la discusión, las brujas  y el demonio siempre trabajan juntos, y en lo que se refiere a estos aspectos, las unas nada pueden hacer sin la ayuda y colaboración del otro.

Malleus maleficarum, edición de 1669

Tanto Heinrich Kramer como Jakob Sprenger fueron nombrados inquisidores con poderes especiales por la bula papal de Inocencio VIII, que se publicó como preámbulo en las ediciones del Malleus maleficarum, lo cual, sin duda, le acomodó el estatus que aún hoy día tiene.

Esta obra, en su momento, apuntalada en su acierto editorial, fue piedra angular del desarrollo masivo de procesos por brujería que implicaban atroces torturas y discriminación basada principalmente en el sexo y la clase social. En particular, la tercera parte del tratado contiene veinticinco aspectos sobre la actuación judicial en tribunales inquisitoriales eclesiásticos y civiles, aspectos estos que, aunados a la bula papal que le precedía y concedía poderes ilimitados a los inquisidores, respaldaron una de las calamidades históricas más notables por su extensión espaciotemporal y por la cantidad de víctimas que cobró.

A modo de ejemplo, veamos dos citas del Malleus maleficarum; la primera, concerniente a la permisividad otorgada por la bula del papa Inocencio VIII, Summis desiderantes affectibus (1484); y la segunda, en relación con la forma en que los inquisidores percibían su misión:

Nuestro mandato [es que a los inquisidores] no se los moleste ni obstaculice por autoridad ninguna, sino que amenazará a todos los que intenten molestar o atemorizar a los Inquisidores, a todos los que se les opongan, a esos los rebeldes, cualesquiera fuere su rango, fortuna, posición, preeminencia, dignidad o condición, o, cualesquiera sean los privilegios de exención que puedan reclamar, con la excomunión, la suspensión, la interdicción y penalidades, censuras y castigos aun más terribles, como a él le encontrare conveniente, y llamar en su ayuda, si así lo deseare, al brazo Secular.

***

Las brujas se encuentran camino de devastar la cristiandad entera; las confesiones logradas bajo tormento nos han dado una tal certeza de los crímenes perpetrados que no podemos, sin riesgo de nuestra propia salvación, cesar en nuestra actividad inquisitorial contra ellas.

Voladoras y wiccas: brujas del otro lado del Atlántico y Nueva Era

Soy mujer que hace tronar

Soy mujer que hace soñar

Soy mujer araría, mujer chuparrosa

Soy mujer águila, mujer águila dueña

Soy mujer que gira porque soy mujer remolino

Soy mujer de un lugar encantado, sagrado

 Porque soy mujer aerolito.

Fragmento de un canto de la curandera oaxaqueña  María Sabina. [Fuente]

Curandera, hechicera, chamana, yerbatera, maga, voladora, espiritista, naturalista, son sinónimos del término bruja en las esferas de las creencias populares latinoamericanas. La lista, que podría ser muchísimo más larga, recoge un abanico semántico que caracteriza bien el concepto en este contexto: una bruja es una mujer benefactora, poseedora de ciertas habilidades y conocimientos arcanos que usa para ayudar a sus semejantes curándolos con brebajes, rezos y ritos, o bien es una practicante de artes más oscuras que usa para fines no tan blancos y cuya existencia está íntimamente ligada a fuerzas del mal o de los espíritus.

La tradición oral latinoamericana es rica en brujas formadas y caracterizadas por las creencias populares en la fragua del sincretismo cultural. En vísperas de San Juan y durante la Semana Santa, toda clase de entidades femeninas, hechiceras y encantadoras, provenientes del inframundo caminan entre los hombres esparciendo el mal.

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