La juventud se nos presenta como un momento inolvidable en nuestras vidas, definirla puede resultar confuso, intrincado e impreciso; lo cierto es que hemos pasado de la adolescencia con sus torpedos hormonales y estamos más cerca de llegar a la adultez. En esta importante etapa de vida del hombre, ya se vislumbra comenzamos a cimentar los caminos, trayectorias y compromisos que serán claves para nuestra próxima etapa de vida e -incluso- determinarán el éxito de las que siguen.
Para otras especies el hecho de ser joven, es sinónimo de reproducción, pues se tienen las mejores condiciones físicas para alcanzar su fin biológico; más en el hombre, el auge de una rápida evolución cultural y la formación de una sociedad han incorporado nuevas variables (académicas, económicas, políticas, sociales) que deben satisfacerse en este periodo de vida, y que serán claves para pasar a la próxima etapa: la adultez.
Un humano joven, varón o mujer, mostrará ya un desarrollo orgánico pleno, con excelentes condiciones físicas y reproductivas. Se encuentran ambos sexos en condiciones aptas para la reproducción; sin embargo, esta se verá condicionada por su formación sociocultural, metas e intereses particulares de cada individuo.
Luego de ese cóctel de hormonas, a la que nos enfrentamos en la adolescencia, comenzamos a vivir una etapa más tranquila, en la cual se manifiesta la necesidad de autoconocimiento -estudiar las potenciales, las capacidades, los ideales- y la autoaceptación. La vida, empieza a mostrarse tal cual es -en realidad- y las fantasías de la etapa anterior comienzan a decaer. Se está dejando de ser y pensar como un niño, para iniciarse en la madurez social, cuyos factores dependen de la sociedad y el contexto donde el sujeto se encuentre inmerso.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas actualmente los jóvenes con edades comprendidas entre los 15 a 25 años representan a nivel mundial un 16 % de la población. Invertir en ellos, significa promover políticas de Estado a nivel académico, salud y formación de valores que garanticen su desarrollo bio-psico-social e inicien su participación activa en el desarrollo y fortalecimientos de las sociedades sostenibles. Un mundo sostenible, necesita de jóvenes con visión clara de los problemas que le rodean y conocedores de su potencial personal para generar soluciones claves.
Por ello, la ONU ha declarado la fecha del 15 de Julio como el “Día mundial de las habilidades de la juventud” reconociendo en la resolución que, el fortalecimiento de la educación y la formación sólida son elementos cruciales que se deben garantizar para lograr cimientos fuertes en nuestros jóvenes, no solo a nivel laboral, sino en todos los contextos en los que estos se desenvuelven. Además, esta importante organización plantea que, los jóvenes tienen mayor probabilidad que los adultos de estar desempleados, mantener bajos salarios y realizar trabajos más exigentes a cambio de una menor calidad de vida.
Ser joven definitivamente no es tarea fácil, pues implica enfrentarse a muchas situaciones que han sido heredadas de sus antecesores y que comprometen su calidad de vida. Dar respuesta a ello es prioridad para una sociedad sostenible. Algunos de los desafíos de esta etapa son:
Como ya hemos mencionado, los jóvenes tienen demasiados factores que transformar para alcanzar una sociedad sustentable y, a pesar de que son metas intrincadas para lograr, estos tienen varios elementos a su favor. La evolución de los sistemas educativos y la inserción de las nuevas tecnologías, los ha hecho, en la mayoría de los casos, alcanzar un mejor nivel educativo que el de sus progenitores, y además el ser nativos tecnológicos les ha llevado a procesar mejor la información, manejar varios idiomas y mantener más vías de comunicación.
La mayoría además, ha enfrentado transformaciones sociales y económicas, situación que les ha brindado experiencia para trabajar en los futuros cambios que se vayan presentando. Sin duda alguna invertir en su educación, formación y liderazgo se muestra como aspectos claves para alcanzar una mejor sociedad.
Cuando evaluamos realmente los desafíos que actualmente están planteados para nuestros jóvenes, podemos analizar cuál es el papel que los maestros y familiares debemos jugar en su formación. Ya debemos de dejar de mirarlos como seres inmaduros, y comenzar a sembrar el sentido de la criticidad, el respeto, la solidaridad, el sentido de pertenencia y la responsabilidad para consigo y el entorno en el que habita.
Generar políticas educativas que permitan mejorar los niveles académicos, aumentar la experiencia en determinados oficios, responsabilizar al joven sobre su control reproductivo y llevarlo a visualizar el entorno como un espacio de transformación para una mejor sociedad, son algunos de los retos que los adultos e incluso ancianos deben promover para sembrar la semilla de un mundo sustentable.
Escrito por: @alexaivytorres
Editado por: @fermionico
Gráficación: @equipodelta
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