¿Luchar contra la intolerancia o fomentar el respeto? | Contenido Original

Hace cierto tiempo, un vídeo sobre unas pruebas clínicas que harían a un grupo de personas de diferentes orígenes raciales se volvió viral; en él se tomaban muestras de sangre con consentimiento de los participantes, con el fin de hacer pruebas de ADN y los resultados estarían desagregados en los orígenes raciales de la composición sanguínea, en términos porcentuales.

Pasado el tiempo, se congregó a los participantes del estudio para compartir las derivaciones del mismo en un salón y la idea era hacer la lectura en público, cuestión autorizada también por los participantes. En fin, lo que hizo viral el contenido comentado, fue el hecho de escuchar y ver las caras de sorpresa de las personas al darse cuenta de lo variopinto que resultaba su origen étnico.

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Fuente: Pixabay


Así, por ejemplo, una persona de raza asiática encontró porcentajes interesantes de genes africanos, caucásicos e indios donde predominaba, obviamente, el componente de su raza. Para hacer corto el cuento, las reacciones variaron entre la incredulidad absoluta, generada por una creencia a pies juntillas sobre el origen “puro” de los genes hasta las lágrimas (no sabemos si de alegría o decepción) por saberse “ciudadano del mundo”, vista la mezcla genética de los presentes.

Ésta anécdota viene a colación por el título que nos ocupa en ésta publicación: ¿Luchar contra la intolerancia o fomentar el respeto? Dado el enfoque que ha tenido hasta ahora los esfuerzos para que la humanidad supere las barreras de la intolerancia. También nos hacemos la pregunta en vista de la conmemoración del Día Internacional para la Tolerancia, aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas (O.N.U.) y que se celebra el 16 de noviembre cada año.

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Fuente: Pixabay


Y ¿por qué nos hacemos esta pregunta? Cualquiera diría que es una cuestión de semántica, pero el cerebro humano es un cúmulo de experiencias pasadas que reacciona diferente a cada estímulo. Luchar contra algo o alguien, paradójicamente, prepara a la otra parte que pelea por su interés, a estar alerta y a la defensiva. En términos psicológicos, se falla desde el principio en el interés de conseguir el efecto deseado. Jamás será lo mismo “Luchar” que “Fomentar”, envía a la psique mensajes completamente diferentes.

Y es por esa misma razón que el vídeo se hace viral, entra en la psique de quien observa porque educa y fomenta el respeto al condenar al ostracismo la idea de la “sangre pura” o la “raza superior”, habida cuenta de la mescolanza de genes. Da un poderoso mensaje y pone en perspectiva al observador, sobre lo inusual que resulta ser “objeto de estudio” para un tema que se da por sentado y que lo descoloca a partir de las consecuencias de las pruebas de ADN.

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Fuente: Pixabay


Por supuesto, habrá quienes siempre intentarán desacreditar el estudio y, peor aún, provocar enfrentamientos a partir de la ignorancia. Y es aquí donde los esfuerzos por esparcir la tolerancia han resultado infructuosos. Cuando todavía existen personas que niegan la falta de existencia de la “raza superior” algo se está haciendo mal, algo no está calando en el mensaje que se desea convertir en el vehículo de entendimiento entre los seres humanos.

Y sucede que volvemos a los orígenes de todo: el hogar, como dador de valores. Mientras existan padres y madres que no se ocupan de sus hijos o los abandonen, siempre habrá un caldo de cultivo para la intolerancia. Ni siquiera es cuestión de educación, puesto que hemos conocido personas sin estudios, que son perfectamente tolerantes.

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Fuente: Pixabay


Se trata de que la sociedad tome una nueva senda donde el castigo no sea la cárcel para el intolerante, sino una especie de inmersión en el mundo que odia, facilitar elementos para que sea capaz de apreciar las diferencias humanas, para que pueda alcanzar un grado de asertividad lo suficientemente grande para que deponga su actitud. Lo que faltaría es la voluntad política necesaria para cambiar el enfoque.

Una sociedad entera no podrá obligar a un hombre a cambiar sus creencias, pero si puede modificar el comportamiento sin invadir esa privacidad necesaria, en la cual cada persona debe ser capaz de conservar su integridad, pero jamás a costa de los derechos de otros. Fomentar el respeto hacia quien es diferente, es un modo más fácil de alcanzar los objetivos que se persiguen para una conciencia colectiva más inclusiva.

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Fuente: Pixabay


Los líderes son responsables de esto, muchos de ellos no se dan cuenta que sus palabras pueden permear en los débiles de mente y provocar más intolerancia. Ejemplos hay muchos, ésta misma semana un famoso locutor canadiense de un programa deportivo muy popular de hockey sobre hielo, fue despedido luego de 38 años de trabajo, por sugerir que los inmigrantes debían usar la flor de amapola en el mes del veterano (Noviembre), una costumbre canadiense. Sugería que quien no lo hiciera no quería al Canadá. Y aunque perdió su empleo, el hombre no se retracta de sus palabras.

He ahí el drama de los líderes. Y el llamado a la conciencia desde las páginas del witness @cervantes.


Escrito por: @fermionico


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