Amor a la sabiduría: la filosofía da forma al pensamiento | Contenido Original

Uno de los grandes foros de nuestro tiempo son las redes sociales. Personas de diferentes tendencias, participantes de todas las creencias, con los puntos de vista más disímiles, expresan libremente su manera de ver la realidad. Esta situación es inédita en la historia humana, nunca antes nuestros congéneres tuvieron la oportunidad real de dar a conocer sus ideas a niveles tan amplios como los de ahora, nunca antes tuvimos la oportunidad de debatir diferentes puntos de vista sin limitaciones de tiempo o lugar, una situación que sin duda nos permite ampliar nuestro conocimiento de los “otros”.

Pero si seguimos el rastro a esa descomunal interacción, nos damos cuenta que esos grandes debates producidos en las redes sociales dejan poco provecho. El pensamiento predominante en el amplio espacio digital denota poca reflexión, se ve que está movido por la urgencia, por la necesidad de la respuesta inmediata. Una inmediatez construida, la mayoría de las veces, a partir de “lugares comunes”, esto es, de la repetición de ideas transmitidas como un mantra a través del tiempo, sobre las que se ha reflexionado poco, que se asumen sin ningún tipo de comprobación y de las que no se generan sospechas sobre su autenticidad. Una suerte de “sentido común” donde conviven la ligereza y la banalidad.

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Fuente: Pixabay


Hace unos dos mil quinientos años, en el siglo V antes de nuestra era, los antiguos griegos se rebelaron contra un pensamiento de este tipo. Empezaron a confrontarlo, comenzaron a sospechar de él, se dieron cuenta que para poder comprender la realidad tenían que avanzar más allá del “lugar común”. A esa ruptura con los tradicionales modos de pensar la llamaron filosofía, que en su etimología primigenia significa: “amor por la sabiduría”.

Con el nacimiento de la filosofía el pensamiento comenzó a soltar amarras, a liberarse de las cadenas impuestas por la costumbre, por las creencias, por la repetición sin sentido, se volvió respondón y cuestionador. Fue inevitable que esta nueva forma de pensar se encontrara de frente contra el poder, que lo cuestionara y se rebelara contra cualquier forma de sumisión. A partir de los griegos una nueva mirada comenzó a escrutar la realidad. Con el ejercicio permanente de la reflexión dejaban de lado la ingenuidad del pensamiento. Además, un gran deseo de conocer y el querer penetrar en los misterios más insondables de la existencia, alimentaron una búsqueda que se abrió paso en todas las áreas del conocimiento.

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Fuente: Pixabay


La provocación propuesta por aquellos pensadores geniales cayó en terreno fértil. En los últimos 2500 años hombres y mujeres de todas las épocas han levantado el testigo del pensamiento reflexivo para dar continuidad a las viejas interrogantes, pero no han sido conformes, no se han quedado en lo inicialmente propuesto. A lo ya dicho en las añejas inquietudes han sumado otras no menos importantes y trascendentales, que han enriquecido en mucho la manera de plantearnos nuestro papel en el mundo.

Al día de hoy el ejercicio del pensar sigue planteado alrededor de temas trascendentales, siempre inconclusos, siempre renovados a la luz de las nuevas vivencias que va conociendo la humanidad. Para nada han perdido vigencia los grandes cuestionamientos: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Cuáles valores motivan nuestras acciones? ¿Cuáles son los límites de nuestro pensamiento? ¿Cómo organizar nuestra vida social? ¿Qué hacer con el “otro”, con el distinto?

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Fuente: Pixabay


La filosofía aportó/aporta una gran posibilidad para entendernos y crear una sana convivencia, es por eso que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), en una resolución del 2005, decidió, a partir de ese año, conmemorar cada tercer jueves del mes de noviembre como el Día Mundial de la Filosofía.

El organismo internacional ha querido con esa resolución destacar la importancia que ha tenido la reflexión, sobre el pensamiento, sobre la persona y la sociedad, para tener un mundo cada vez más humano. “La filosofía es el estudio de la naturaleza de la realidad y de la existencia, de lo que es posible conocer, y del comportamiento correcto e incorrecto” (UNESCO).

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Fuente: Pixabay


En nuestro tiempo se han afinado los mecanismos para presentar ideas distorsionadas de la realidad, nadie está a salvo de esas manipulaciones. Los grandes medios de difusión de información tienen la capacidad de alterar notablemente nuestra percepción de los hechos. Aquella alegoría de la Caverna, donde Platón planteaba que los hombres podían vivir en un mundo de ilusiones y sombras, extraviados de una realidad exterior, sigue estando allí latente.

Podemos vivir permanentemente en una ilusión creada para mantenernos distraídos y alejados del mundo real. Es un proyecto que conviene a muchos intereses. Por eso es importante no perder capacidades como el asombro, la sospecha y la reflexión. Todas ellas nos pueden alertar sobre proyectos que, vistos más allá de un camuflaje superficial, conllevan amenazas para la convivencia civilizada, para la vida pacífica y cordial. Sin embargo, la sospecha, el asombro y la reflexión, no son cualidades que surgen de modo natural, hay que cultivarlas, y se practican de modo intencionado.

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Fuente: Pixabay


En la filosofía encontramos la manera de no dejar dormir esas cualidades, de mantenerlas alerta, a flor de piel. En la palabra de los grandes maestros, de todos los tiempos, tenemos una gran escuela para mantener vivo el pensamiento.

Con la filosofía como compañera podemos lograr un mundo mejor.


Escrito por: @irvinc

Editado y graficado por: @fermionico


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