¿Un camino interminable?… El drama migratorio | Contenido Original

Los primeros movimientos migratorios de los que se tengan noticia, ocurrieron por allá en la pre-historia; en efecto, aquellos primeros pobladores del planeta salieron desde el África buscando climas y tierras más benevolentes. Todavía no se ha comprobado lo que empujó -a ciencia cierta- al «Homo Sapiens» a dejar el «continente negro», lo que sí podemos afirmar es: desde entonces el hombre se convirtió en un ser gregario.

Y a las primarias razones de esos movimientos migratorios, con el tiempo, se agregaron otras: guerras, desastres naturales, etc. Todo aquel lugar que impidiera el bienestar de la tribu, era abandonado. Así ha sido desde entonces y así seguirá siendo por siempre. Crear conciencia sobre el migrantes se convirtió en una necesidad estudiada por la Asamblea General de las Naciones Unidas y cada 18 de Diciembre, la agenda global recuerda este día con un perenne martilleo a la conciencia humana.

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Imagen editada, fuente ACNUR/Francesco Malavolta


Y es un lugar común afirmar: «nadie emigra porque quiere». Nada como vivirlo de cerca para tener una perspectiva diferente a la de aquellas personas que ven el problema con lejanía, sea porque hacen seguimiento por medio de las noticias o, peor aún, no les importa la suerte de seres humanos que están pasando por una situación delicada o precaria. Confieso que pertenecía al primer grupo, leía en la prensa mundial los movimientos migratorios con interés y suponían una novedad para nosotros en Venezuela, puesto que la economía de nuestro país nunca tuvo los problemas actuales.

Y asistir al desangre poblacional es algo muy triste, aquella lejanía del problema de pronto, se convirtió en preocupación genuina cuando las generaciones de jóvenes amigos de nuestros hijos, tomaron la decisión de buscar nuevos derroteros en otros países que ofrezcan las oportunidades que Venezuela no puede ofrecerles, de momento. Familias enteras han perdido las esperanzas y han tenido que abandonar sus hogares en nuestro país, dejar trabajos, dar la espalda a sus mascotas, en fin, un drama que solo hay que estar presente para asimilarlo en toda su dimensión.

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Fuente Pixabay


Y lo más duro es leer las noticias sobre una xenofobia que era extraña a nuestras maneras, porque al ser «tierra de gracia», Venezuela siempre se caracterizó por ser un país amigable con las oleadas de migrantes que llegaban a nuestra tierra en búsqueda de la paz negada en sus propios territorios. Y, por supuesto, habría que ser muy ingenuo para pensar que nos recibirían con los brazos abiertos en otros países. Las naciones también tienen sus necesidades. Pero la mayoría de los flujos migratorios no provenían de nuestro país.

Visto de esta manera, ahora toca a los Venezolanos aprender a ser migrantes y eso ha resultado toda una aventura con dejos de novela. No teníamos la piel para esto. Sin embargo, digamos, nuestra migración tiene su origen en la economía y no es el único tipo de razón por la que la gente emigra. Pongamos como ejemplo la guerra. Y entonces hay que voltear hacia Oriente Medio y observar los dramas que se desarrollan en países como: Siria, Irak, Libia, etc. Y ahí ya la cosa cambia, porque es tu vida la que está en juego: nadie quiere ser blanco de las balas, vengan de donde vengan.

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Fuente Pixabay


Y ¿Cómo convencer al ser humano de a pie sobre la necesidad de ser solidarios con los migrantes, si los propios líderes políticos de tendencias extremas le andan diciendo a sus seguidores, que la culpa es de los extranjeros? Es muy difícil dibujar una línea entre lo que se dice y lo humanamente correcto al tratar con las necesidades de la gente. Una cosa que no puedo comprender es ¿porqué las potencias andan propugnando por la democracia y los derechos humanos, si por otro lado ofrecen un trato deplorable a los emigrantes cuando esa democracia NO EXISTE en los países de origen? ¿Doble discurso? ¿Quién le pone el cascabel al gato?

Algo queda claro, los líderes políticos tienen una papa caliente entre las manos, si son de tendencia moderada. Por ello, entre otras cosas, hemos asistido al respaldo de partidos políticos de tendencia extrema que han hecho, de su discurso, un problema que se agrega al drama migrante. ¿Pedir moderación? Con un sarta de problemas exacerbados por las redes sociales y magnificados por los medios masivos de comunicación, los migrantes son lo último que una sociedad desea tener con que lidiar. Quizás sea el peor momento en la historia de la humanidad para tomar la decisión de irse de nuestros países. Y lo paradójico del caso son los números.

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Fuente Pixabay


La población Europea, por mencionar un ejemplo, no se repone a la misma velocidad que supone la reposición de la fuerza de laboral. Las tasas de natalidad han bajado notablemente y van a tener que acudir a la migración para poder cubrir las plazas de trabajo hacia 2.050. ¿Cómo hacer? Mientras, el hombre continuará bregando por conseguir un espacio de bienestar en los países donde deciden mover su hogar.

La próxima vez que tengas contacto con un emigrante, recuerda: él no tuvo manera de escoger otra vida, si en su país de origen le hubieran proporcionado las condiciones necesarias para construir una realidad digna. La compasión y la empatía son necesarias para ver al migrante con otro lente. Nadie sabe si le puede tocar un drama parecido.


Escrito por: @fermionico


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