Amar u odiar el Jazz… | Contenido Original

La primera vez que tuvimos noción del jazz como sonido musical, tendríamos que remontar a los años 70′ cuando los discos de vinil gobernaban el mercado de la música. El long play marcaba 33 revoluciones por minuto y las disqueras reventaban de variedad para todos los gustos. Diríamos, sin exagerar, que fue la década de la creatividad musical y que precedió a unos inolvidables 80’s, otra década muy productiva, inigualable y definidamente -según los entendidos- la cúspide. Jamás se haría música de un modo humanamente creativo -y con la ayuda de psicotrópicos, en algunos casos- que marcara una época tan profusamente.


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Fuente: Pixabay


Estábamos de visita donde un tío político, esposo de una hermana de mamá, al que tildaban de raro dentro de la familia (cada familia tiene algún «tío raro»). Tenía la colección de long plays más extensa que le haya visto a nadie, organizada por géneros, ritmos, países, etc. La realidad, parecía que el tipo invertía sus horas de ocio en ello. Nada más lejos de la realidad, pero digamos: allí fue donde tuve contacto primigeniamente con el extraño sonido del jazz.

Recuerdo claramente que me chocó escuchar aquello, era mucho ruido para una mente amansada por la estructura. En aquel entonces asistíamos a un internado militar y las órdenes no se cuestionaban. Nada de «¿por qué hay que lustrar las botas?», nada de eso, hágalo y punto. Quizás un adulto tenga derecho a cuestionar una orden, pero un muchacho de 12 años las sigue sin miramientos, corría ya el tercer año de bachillerato. La alienación a las órdenes era total y por ello se produjo el choque de lo estructurado con eso que no parecía seguir ningún orden. El caos pues.


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Fuente: ONU/Devra Berkowitz


Recordamos haber preguntado al tío que era ese ruido musical y él -muy orgulloso y altanero- nos respondió: «¡eso es JAZZ, sobrino!». Así mismo, como si lo hubiese ofendido. No era para nosotros en aquel momento, rechazamos de plano el desorden de notas, metales, cuerdas, viento, percusión y teclas, intentando mostrar «música». Para un purista, lo que precede en este párrafo, podría constituir un sacrilegio, pero esperen, todavía no nos crucifiquen.

La siguiente vez que nos encontramos con el jazz, fue en un bar en el estado de Nueva York. Pero no en Manhattan la ciudad donde pululan los bares de este tipo, fue en ¡un bar de carretera! Acostumbrado como estábamos a viajar en auto y recorrer los caminos para hacer turismo auténtico, íbamos por una carretera panorámica en el estado de Nueva York desde Jersey City con rumbo a Búfalo, para visitar Niágara Falls. Cuando haces esto, generalmente, el camino es más largo que transitar autopistas y la noche nos tomó por sorpresa a media hora de nuestro destino.


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Fuente: Pixabay


Luego de pagar la estancia por una cabaña a todo dar en un hotel de la carretera, por la mínima cantidad de US$ 25, nos dispusimos ir al bar que se encontraba al otro lado de la vía frente al hotel. El tendero del hospedaje nos dijo que allí la podríamos pasar bien y así fue. Mi esposa y yo pedimos un par de cervezas y nos pusimos a jugar dardos, en un rincón del bar. Los pocos asistentes se mostraban amigables con nosotros, habida cuenta de la cara de turistas que teníamos. De pronto entró una banda que se apoderó de un escenario que no habíamos detectado (el bar era enorme).

Sacaron todos los instrumentos de sus cajas, menos el piano que ya estaba allí y que tampoco habíamos visto. Lo siguiente fue uno de los actos musicales más impresionantes que hayamos presenciado. Al punto que mi esposa y yo, dejamos de jugar a los dardos para tomar una mesa y deleitarnos con la energía que invadió el lugar. Fue increíble. Muy difícil de olvidar. Lo más remarcable de aquello fue que ¡era JAZZ! Y créanme cuando les digo: lo que escuchamos, jamás volverá a tocarse.


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Fuente: Pixabay


Y eso tiene el Jazz, se quiere o se odia, no hay tintes medios. Los argumentos de la UNESCO que justifican un Día Internacional del Jazz, aprobado por la 36ta. Conferencia General del organismo, realizada entre 25 de Octubre al 10 de Noviembre del 2.011:

  • El jazz rompe barreras y crea oportunidades para la comprensión mutua y la tolerancia.
  • El jazz es una forma de libertad de expresión.
  • El jazz simboliza la unidad y la paz.
  • El jazz reduce las tensiones entre los individuos, los grupos y las comunidades.
  • El jazz fomenta la igualdad de género.
  • El jazz refuerza el papel que juega la juventud en el cambio social.
  • El jazz promueve la innovación artística, la improvisación y la integración de músicas tradicionales en las formas musicales modernas.
  • El jazz estimula el diálogo intercultural y facilita la integración de jóvenes marginados.

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    Fuente: Pixabay

Por supuesto, lo que antecede fue redactado por un organismo multilateral para remarcar el papel jugado por el Jazz en la música popular y en las relaciones entre personas. Hoy día, cuando la humanidad está siendo puesta a prueba desde su claustro forzado, el testigo @cervantes quiere redimir el papel del Jazz como música para alivianar el alma, en momentos tan necesarios para la búsqueda de paz mental.

Quiera u odie el Jazz pero no deje de escucharlo, puede que consiga lo que ha estado buscando…


Escrito por @fermionico



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