Negociar con la vida… | Contenido Original

Juana tiene 22 años, hasta hace cinco años vivía modestamente con su familia en Juliaca, una pequeña ciudad del sudeste peruano. Desde niña ha acompañado a sus padres en el puesto de venta de verduras que mantienen en las calles de la ciudad. Su educación es básica y rudimentaria. Por el sitio donde trabaja ruedan historias de triunfos en Europa, de cómo las familias mejoran su condición con las remesas que mandan los familiares una vez que se han instalado en el viejo continente.

Alguien le comenta que para ella sería muy fácil conseguir trabajo allá, como personal de servicio doméstico o atendiendo personas mayores. A Juana la idea la seduce. A los pocos días le presentan un gestor que le ofrece el traslado. El fulano se encarga de todo, gestión de pasaporte, boletos aéreos y ubicación en el sitio de trabajo. Una vez allá ella pagaría cómodamente los costos de la gestión. Un día de julio parte a Europa. Al llegar es recogida en el aeropuerto y trasladada a una amplia estancia en la periferia de una ciudad. En ese sitio se esfumaron todos sus sueños de tener una vida mejor. Más nadie ha vuelto a saber de ella…


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Fuente: O.N.U.


Paulo tiene 15 años, es un muchacho alegre y travieso. Vive con su familia en una de las tantas favelas de Río de Janeiro. Lleva rato sin poder despegar los ojos a los lentes de sol, los zapatos Nike y la chaqueta de cuero de Joao, otro muchacho mayor que se deja caer ocasionalmente por el barrio. Todos saben que Joao ha logrado mejorar su condición trabajando como obrero en una empresa deforestadora que abre caminos en el norte del país.

En sus historias Joao ha dejado claro que el trabajo es duro, pero bien pagado; además, para aquellos empleadores no hay ningún problema en contratar menores de edad. Paulo se decide y parte con Joao en una larga travesía hasta algún lugar en el estado de Roraima. Pero la compañía maderera no existe, tampoco la carretera que se esté abriendo. Aquel destino inicial ha cambiado para Paulo. En vez de abrir caminos y tumbar árboles es entregado a los encargados de una mina clandestina perdida en la selva brasileña. Desde entonces vive confinado en un terraplén techado, que comparte con cuarenta muchachos más, rodeados de cercas de espino y hombres armados de fusil…


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Fuente: O.N.U.


Juana y Paulo son nombres ficticios, tomados al azar con la intención de ponerle rostro a una situación que vista en el papel no muestra su total contundencia: La Trata de Personas. Desde el año 2013 los estados miembros de las Naciones Unidas (ONU), decretaron celebrar cada 30 de Julio el Día Mundial contra La Trata de Personas, un delito que se ha mantenido en el tiempo y que afecta la vida de millones de seres humanos en todo el mundo.

La intención del organismo internacional es mover nuestra sensibilidad sobre una situación que puede estar ocurriendo muy cerca de nosotros, quizás frente a nuestros ojos. Inicialmente el delito se asociaba principalmente con la explotación sexual, por lo que era conocido como Trata de Blancas. Sin embargo, las mafias han sido hábiles en encontrar nuevas actividades para usar a las personas, en contra de su voluntad, para la explotación con fines económicos.


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Fuente: O.N.U.


En la actualidad lo que conocemos como “La Trata” incluye un abanico de actividades delictivas que van desde la explotación sexual de adultos y menores de edad de ambos sexos; el sometimiento a condiciones de trabajo en semi esclavitud y el comercio de órganos humanos.
El aumento de la pobreza y la ignorancia son los principales aliados de los traficantes de personas.

Es en los países pobres donde ubican la mayor parte de sus víctimas. Sin embargo, el destino de muchas de ellas es hacia los países ricos, en los que el poder adquisitivo permite su explotación. Un delito como este puede pasar inadvertido por la indiferencia de la sociedad. Sobre todo cuando se deja caer sobre los hombros de las víctimas la responsabilidad por lo ocurrido. ¿Se puede culpar a alguien por haber caído en las redes de unos traficantes? ¿Aumenta esta postura la indiferencia ante la situación?


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Fuente: O.N.U.


Otro asunto que contribuye a restar importancia a la trata de personas es la criminalización de las víctimas y la exoneración de los traficantes. Sucede sobre todo en el caso de los menores utilizados por las mafias para la mendicidad, el tráfico de drogas o los pequeños hurtos en centros urbanos de alta densidad. En muchos de esos casos las autoridades criminalizan al menor y no continúan hilando hasta encontrar a los integrantes de las organizaciones criminales.

Todos podemos colaborar para minimizar el impacto que esta práctica criminal tiene en la vida de la gente. Una forma es prestar nuestra colaboración a las instituciones encargadas de rehabilitar a las víctimas. Otra, muy importante, es presionar a las autoridades para que no se desentiendan de la situación. Tengamos presente que la trata de personas es un delito que atenta contra la integridad humana, destruye vidas y tiene un alto costo para la sociedad.


Escrito por: @irvinc

Edición e imágenes: @fermionico


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