Democracia: cuidar lo que se tiene || Contenido ORIGINAL

Suni tiene 22 años, los acaba de cumplir el 30 de agosto de 2020. Es una muchacha inquieta, alegre y llena de vitalidad. Se distrae coleccionando hojas, las que pone a secar con sumo cuidado a la luz intensa del sol, luego las guarda celosamente en un pequeño álbum confeccionado con restos de cartón y papel de envolver.

En las tardes, al terminar sus actividades universitarias, acostumbra conversar con dos amigos. Uno es familia de un militar de alto rango en su país. El tema que siempre tratan en esas animadas charlas, es sobre una tecnología que aquel muchacho ha escuchado nombrar varias veces, según la cual las personas situadas en diferentes partes del mundo se pueden intercambiar fotos, música y videos. Ellos no tienen la más mínima idea de cómo puede ser posible semejante milagro. Ninguno de los muchachos sabe que están hablando de internet.


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Fuente: O.N.U.


Al igual que Suni, millones de personas en su país desconocen la existencia de internet. Tal situación no responde a razones tecnológicas, puesto que ellos usan frecuentemente las computadoras como aliados del proceso educativo, también usan los celulares, la radio y la TV. Sin embargo, el acceso a internet está completamente prohibido. Una disposición del gobierno impide que puedan sumarse a la red global. En ese país viven bajo una dictadura.

Aunque pudiera parecer extraño, sobre todo para una buena parte de los que viven en el hemisferio Occidental, el caso de Suni y sus compatriotas no es una excepción en el siglo XXI. En la actualidad el 28% de la población mundial vive bajo la tiranía de regímenes dictatoriales. La cifra es escandalosa, son más de mil millones de personas las que llevan una existencia gris a la orden de tiranos de turno, al margen de cualquier derecho humano, aislados de la comunicación internacional, y condenados inexorablemente a vivir en la ignorancia.


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Fuente: Pexels


Una rápida revisión a la historia de la humanidad daría suficientes datos para confirmar que la tendencia natural de los gobiernos es hacia la dictadura. En todas las épocas las poblaciones fueron gobernadas por grupos que nadie elegía, puesto que ni siquiera se podía pensar en esa posibilidad.

Sencillamente aquellos que podían acumular poder se hacían fuertes y gobernaban hasta que otros los pudieran desplazar. No sería raro entonces que esa costumbre de ser dictatoriales haya quedado grabada como una huella en el imaginario colectivo de la humanidad. La tendencia dictatorial parece estar siempre al acecho.


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Fuente: Pixabay


Fueron los antiguos griegos, los que hace un poco más de dos mil años pensaron que las cosas podían hacerse de un modo más civilizado, y desarrollaron la idea de Democracia. Claro está que para ellos esa era una Democracia demasiado imperfecta, puesto que solo se aplicaba para un sector de la sociedad, el de los ciudadanos. Sin embargo, dejaron sobre la mesa una propuesta de gobierno muy interesante, que ha costado mucho poner en práctica, y que a veces pareciera ser “contra natura”.

Viendo las cosas en perspectiva nos damos cuenta que la Democracia, tal como la conocemos en la actualidad, estaría en sus inicios, por lo tanto es lógico que tenga todavía mucho que aprender y mucho que mejorar, haríamos bien en no ser tan severos a la hora de evaluar sus resultados.


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Fuente: Pixabay


Pensemos que cien años atrás solo un puñado de países habían optado por esa forma de gobierno. Es apenas a mediados del siglo XX cuando la mayoría de la población mundial avanzó decididamente por la senda democrática. Desde entonces la humanidad ha ido asimilando varios aprendizajes.

Uno, que el peor gobierno democrático es muy superior al mejor gobierno dictatorial. Otro, que en las dinámicas sociales propias del modo de vivir democrático se potencian las posibilidades de avanzar y ser mejores, no solo a nivel social sino también en el plano personal. Es en Democracia donde se puede mantener sistemáticamente la expansión de los derechos humanos, donde se puede reclamar su incumplimiento, y donde se puede cultivar una idea indispensable para el desarrollo pleno de los seres humanos, como lo es la de libertad.


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Fuente: Modificada de Pixabay


Con las nuevas condiciones impuestas por la pandemia mundial se le ha abierto un gran espacio publicitario al fantasma de las dictaduras. Por un lado hemos asistido, por primera vez en la historia reciente, a una sistemática limitación de las libertades individuales, algo impensable hasta hace poco tiempo. A eso se agrega la supuesta superioridad con que los gobiernos dictatoriales han hecho frente a la infección global.

Hasta los organismos internacionales han celebrado la eficacia de las respuestas dadas por las dictaduras para contener los contagios. Sin embargo, no se puede obviar que todas las informaciones aportadas para llegar a esas conclusiones provienen de fuentes pocas confiables, acostumbradas a la manipulación y al manejo sesgado de las estadísticas.

El afianzamiento de la Democracia es un camino siempre por hacer, es tarea de todos tomar conciencia de que hasta ahora no tenemos una alternativa más civilizada para gobernarnos. Apresurarnos a descalificar sus posibilidades puede traer consecuencias desastrosas.


Escrito por: @irvinc

Edición e imágenes: @fermionico


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