Juventud y educación | Contenido Original

Nos encontrábamos barajando opciones para el blog del testigo Cervantes ¿escribiríamos algo de divagancias con tono de humor? o ¿nos enseriamos y abordamos uno de los tantos temas preocupantes de la sociedad global? Y aunque nos tentó la primera posibilidad, creemos que la pandemia del Covid-19 ha puesto algunas cosas en perspectiva. Por lo que sería un momento nefasto para escribir sobre humor y dimos con una pregunta muy pertinente, a propósito del Día Internacional de la Juventud, ahora que la pandemia ha cambiado la realidad a nivel global ¿cómo enfrentar los desafíos, en materia de educación, que se nos viene encima?

Y nos hacemos la pregunta, por una frase de afirmación candorosa que leímos en el sitio de la O.N.U.: «Cuando la juventud lidera ¡todo es posible!» Antes que nada deseamos no nos malinterpreten. Cuando hablamos de candor, no lo decimos porque no creamos en la facultad de la juventud para liderar. Todo lo contrario. Jamás en la historia humana hemos tenido muestras reales de la capacidad, de nuestra juventud, para liderar los grandes temas que a la humanidad preocupan.


Hablamos de candor porque un organismo multilateral, que ha perdido liderazgo y ha dado muestras de gestión caduca apuesta a los jóvenes, cuando éstos mismos no han ganado los espacios suficientes, dentro la gran burocracia institucional. Y eso debería llamar la atención. No es con palabras bonitas que la O.N.U. se adaptará a los tiempos que corren. Sin embargo, éste no es el tema que nos ocupa.

Incluso antes que la pandemia trastocara todo, ya se notaba increíblemente, los atrasos y deficiencias de los currículos educativos. La juventud nacida en la era de los teléfonos inteligentes, ve en la escuela una institución donde ir a perder el tiempo. La humanidad no ha sido capaz de adaptarse a los tiempo cambiantes. Al menos podemos hablar de los países en vías de desarrollo. Sabemos que la velocidad adaptativa en los países desarrollados es diferente.


Los padres en casa no han sido capaces de controlar el acceso a los dispositivos inteligentes; consecuencia de ello, tenemos una juventud menospreciando los recintos educativos porque se han dado cuenta de algo obvio: si necesitan conocimiento tienen un aparato que se los proporciona. Esto no es malo per sé, el asunto estriba en el gap que se ha abierto entre lo que ofrece un profesor cualquiera y lo que desea aprender el alumno.

¿Por qué no hacer honor a lo afirmado por la O.N.U.? ¿Que tal si los propios jóvenes participaran en el diseño de los currículos? ¿Por qué forzar alguien aprender sobre lo que no tiene interés? ¿No es precisamente lo que siempre se nos afirma? «Si te gusta lo que haces y encima te pagan por ello, serás exitoso» ¿No sería lo ideal? ¿Porqué no promoverlo, entonces? ¿Qué impide a los países incluir a los jóvenes en la decisión sobre su propia educación? ¿No tendríamos generaciones más satisfechas consigo mismas?


Es un tema muy espinoso. Siempre habrá quienes piensen que se necesita la madurez para esas decisiones. Pero poseemos una creencia diferente. Generalmente, los adultos se imponen porque tienen las herramientas para manipular mentes inmaduras. Despojados de la suficiente sapiencia para entender el fin de esa manipulación, los jóvenes ceden bien sea por intentar evitar conflictos o por admiración a quienes son sus tutores o maestros. Mientras, convertimos generaciones enteras en adultos infelices.

Y la pandemia ha trocado en una oportunidad de oro para cambiar las cosas. En muchos casos y obligados por las circunstancias, la educación está siendo impartida desde el hogar. Un experimento social que durará hasta que las vacunas hagan su trabajo. Es momento de estudiar las consecuencias de éste período ¿Como son los resultados de haber pasado la responsabilidad de la educación al hogar? ¿Puede quizás la juventud haber avanzado más estando en casa que en una escuela? ¿Los padres involucrados ayudaron o por el contrario empeoraron las cosas?


Cualesquiera sean los resultados de los estudios, sospechamos una mejoría ¡Por supuesto! Especulamos. Pero ¿Qué mejor interés de los padres sobre la educación de sus hijos? ¿Un joven no intentaría aprender las lecciones, por el solo hecho de congraciarse con sus ascendientes? Es decir, hay muchos más incentivos que verse atrapado en cuatro paredes, aprendiendo cosas que no te interesan. Pero concedemos que el elemento social, ese que determina las relaciones cuando se llega a la adultez, se adquiere con el roce escolar.

¿Cómo solucionar esto? ¿Cómo lograr que la juventud tenga un mínimo interés por educarse? Si la educación para los adultos es importante ¿no debieran pensar maneras de evolucionar o revolucionar la educación? Tal como están las cosas, educarse será sinónimo de aprender a navegar el mar de emociones de la adultez, detectar los gustos del aprendiz y enseñar solo sobre lo que éste tiene interés. De otro modo, la humanidad gira hacia un profundo pozo oscuro, sobre el cual no habrá manera de salir.


Y cualquiera puede comentar que sí se está haciendo algo al respecto, pero sentimos una fuerte sensación de inequidad entre lo que desean los jóvenes y lo que los adultos les estamos entregando ¿Mea culpa? No lo creemos, criamos hijos pensantes y con criterio. Los criamos para la libertad. Todos dejaron el hogar jóvenes, empujados por la realidad de un país que los abandonó. Hoy día todos hacen vidas felices allende las fronteras, al menos eso es lo que percibimos ¿Nos anticipamos a lo que vendría? No lo creemos, simplemente usamos sentido común.

Pero no ha sido el caso de una gran cantidad de jóvenes que ven sus vidas sin satisfacción. A los que le fue negada una educación acorde a los tiempos. Una vida infeliz agrandada por la implacable manipulación de las redes sociales. Lo sabemos porque la consulta de nuestra esposa se la vive llena de chicos buscando orientación en sus vidas. Ojalá la pandemia ponga las cosas en su lugar y quienes tienen el poder de liderar la educación de la juventud, cambien y evolucionen. No queremos pensar lo que sucedería si no.


Escrito y diagramación: @fermionico


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