Cuando la esperanza viene de fuera | Contenido Original

Camila y Daniela se miran con dulzura.  Chocan sus puños en señal de saludo, tal como demandan los protocolos de prevención en estos tiempos de pandemia.  De tanto coincidir se han hecho amigas. A cuentagotas se han revelado sus historias personales, es así como han sabido que las dos provienen de sitios muy distantes a la capital. Ambas mujeres están hermanadas por un drama familiar, las dos tienen sus pequeños hijos hospitalizados con enfermedades graves.

Aparte de ese lamentable hecho fortuito ellas tienen otras cosas en común, son grandes luchadoras.  Desde los primeros diagnósticos recibidos en los desvencijados dispensarios de sus pueblos, tomaron la determinación de llegar hasta lo imposible por recuperar la salud de sus hijos.


Tener a los niños en el hospital capitalino les ha significado un duro camino de espinas. Sus peripecias para culminar cada día darían material suficiente para  un buen número de historias. Estas dos guerreras han pasado de todo, desde dormir en los bancos de cemento, en las afueras del centro sanitario, comer las sobras de los puestos de comida rápida frecuentado por visitantes, hasta ducharse diariamente en el baño de una estación de servicios cercana, donde el condescendiente dueño les facilita unos tobos para acarrear el agua necesaria en la higiene personal.

Los niños permanecen hospitalizados en una condición que pudiera catalogarse de “mientras tanto”. Su recuperación depende de medicamentos e insumos no disponibles en el mercado nacional. La única forma de obtenerlos es en el exterior. El problema es que ni Camila ni Daniela cuentan con los recursos económicos para hacer eso realidad.


Pero como suele decir la conseja popular: “Dios aprieta pero no ahorca”. Allí en el hospital hacen vida varios grupos de voluntarios. Gente generosa que se empeña a fondo para resolver problemas como los que confrontan las amigas. Ellos les han comentado a las dos sobre una posible solución: gestionar con algunas ONGs internacionales la traída de todo el material necesario. Los voluntarios aseguran que en el exterior hay muchos grupos que no serían indiferentes ante una situación como las que ellas presentan.

Sin embargo, hay decisiones humanas tan descabelladas que pueden frenar en seco los esfuerzos más loables. Es el caso del país donde viven Daniela y Camila. Allí las trabas burocráticas hacen casi imposible obtener  los recursos sanitarios por la vía de la donación internacional. Las autoridades  gubernamentales lo prohíben, tienen vetadas a las ONGs encargadas de traer los insumos de salud. Solo aceptan las ayudas de un pequeño grupo de países afines con sus intereses.


Un nuevo día comienza… Camila llega al piso donde está su hijo. Daniela continúa subiendo dos más. Mientras van por el pasillo las conecta el mismo pensamiento: alguien les ha dicho que quizá levanten la prohibición…Una nueva esperanza se abre para ellas…

Uno de los grandes temas de nuestro tiempo es el de la solidaridad. En todo el mundo son muchos los que han tomado conciencia de la necesidad de ayudar a personas como las protagonistas de nuestra historia. El mecanismo más efectivo para organizarse han sido las ONGs, organismos  sin fines de lucro cuyo propósito principal es facilitar las ayudas a los más necesitados. Voluntarios, Estados  y ONGs trabajan mancomunadamente en un gran movimiento de ayuda humanitaria con el propósito de aliviar las penas a los que están en dificultades.


Pero esta labor tan loable y meritoria no siempre cuenta con el apoyo de todos, son muchos los casos en que la actividad de los voluntarios es saboteada, impedida por todos los medios, desde decisiones políticas arbitrarias hasta abiertas acciones armadas por parte de funcionarios y grupos paramilitares.

Es completamente paradójico, difícil de pensar, e imposible de aceptar, que personas e instituciones se dediquen a boicotear conscientemente a la gente que trata de ayudar a los demás, esto es algo que raya casi en la locura. Sin embargo, lamentablemente es una realidad que se puede constatar todos los días. Muchas veces la acción de tratar de socorrer a los  otros se paga con la vida. El panteón de los héroes está lleno de personas que ofrendaron su vida mientras prestaban algún tipo de asistencia.

En atención a la necesidad de llamar la atención  sobre esta dramática situación, las Naciones Unidas (ONU) ha decretado cada 19 de agosto como El Día Mundial de la Asistencia Humanitaria.


Ha querido el organismo internacional con esta iniciativa, sensibilizar a la opinión pública sobre un tema que afecta sobre todo a los más necesitados.

Nuestro mundo todavía arrastra evidentes desigualdades, es muy grande la brecha entre los que pueden satisfacer plenamente todas sus necesidades y los que no. Pueda ser que en algún momento se encuentren los correctivos a todas las situaciones que generan injusticia, pero mientras tanto hay que aliviar un poco las cargas. Y esa es la labor de la gente dedicada a gestionar y hacer posible la presencia de la ayuda humanitaria en los sitios donde hace falta.

Lo intereses humanitarios están por encima de cualquier tipo de consideración política, religiosa o ideológica. Gobiernos, personalidades y partes en conflicto deben respetar el derecho a recibir asistencia oportuna, es una cuestión de humanidad.


Escrito por: @irvinc

Edición e imágenes: @fermionico


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