El benefactor trás la sombra | Contenido Original

No cree lo que ve en la televisión, la lamentable noticia del accidente aéreo en donde solo un niño de dos meses de nacido sobrevivió. Aprieta fuerte la mano de su esposo, la opresión en el pecho y el estremecimiento la hacen llorar amargamente.

Por años el matrimonio intentó tener un hijo, pero a pesar de acudir a distintos médicos, probar procedimientos y técnicas experimentales, el milagro de la vida les fue esquivo.

Aunque consternados por el horror del hecho, también están maravillados por cómo una criatura indefensa escapó de la muerte quedando huérfano con el deceso de la totalidad de su familia.


Imagina a aquel pequeño llorando desconsolado entre el armatoste de metal retorcido a escasos kilómetros de ellos. La inmediatez e insólita noticia trastorna la tranquilidad de la mediana urbe en medio del país. 

Con el pasar de los días, nuevas noticias mueven la opinión pública hacia otras temáticas y escándalos, así que el milagro del sobreviviente queda en el olvido. No obstante, Gertrudis ora por el bienestar del niño desconocido, a quien nunca ha visto, ni siquiera en fotos en las redes sociales, ni en los periódicos que reseñaron el siniestro.

El esposo de Gertrudis es un exitoso empresario que dirige varios negocios en la comunidad, quien tiene fama de bondadoso al colaborar con varias campañas comunitarias en pro de personas necesitadas.


Patricio no tiene interés en la política, varias veces rechazó propuestas para presentarse como candidato a la gobernación del Estado. Una de las prioridades más importante, la más importante, es velar por el bienestar de su esposa.

Además, las obligaciones empresariales consumen mucho de su tiempo, una actividad que comparte con Gertrudis. Así que, ser gobernador rompería la especial relación, y afectaría la labor benéfica que desarrollan.

El otro asunto, que a ambos les quita el sueño es el deseo de tener un hijo. La ciencia no entiende el porqué no ha procreado con éxito. Ninguno de los dos presenta problemas. Quizás solo sea cuestión de tiempo. El próximo mes cumplirán diez años de casados, y por más que lo intenten, nada.


Gertrudis planteó a Patricio la opción de adoptar, pero por desgracia el orfanato de la ciudad no tiene candidatos con las características que ellos buscan. No obstante, ellos no quedaron impávidos y en consecuencia asumieron con alegría apoyar no solo financieramente al hogar temporal de tantos niños desprotegidos por las circunstancias.

Una tarde de septiembre, ambos están atareados en el diseño de la   campaña para el lanzamiento de un nuevo producto. Patricio siente vibrar el celular que lleva en el bolsillo inferior del saco. No quiere distraerse durante el proceso creativo, e ignora a ex profeso la alerta del celular.

El zumbido insistente llama la atención de Gertrudis, y sin dilación sugiere que atienda, supone que debe ser importante. Patricio obedece, mientras en su mente se reprocha el olvido de apagar el celular. 


Asintió con la cabeza varias veces y culminó contestando que sin falta asistiría con su esposa a la cita. Gertrudis pensó, «otra aburrida cita de negocio». 

Patricio no podía ocultar la cara de expectación, cuando un mensaje emerge en la pantalla del computador le interrumpe y ataja sus pensamientos. No lo puede creer, luego de mucha espera y oración, recibe el resultado positivos de los exámenes de laboratorios. El milagro se hizo, serán padres por primera vez.

Gertrudis llora de alegría abrazando a su marido. Dios por fin ha escuchado sus ruegos.

Los segundos parecen eternos, una paz indescriptible les recorre.


Patricio vuelve en sí y mirando a los ojos de Gertrudis le pregunta si debería cancelar la cita del orfanato.

Animada por una fuerza en su interior responde que no. Ella no cree en casualidades, al menos, el niño del orfanato merece una visita de su parte, y por qué no, unos buenos regalos y juguetes.

A la mañana siguiente, puntual como siempre, ellos están sentados en la sala de estar del despacho de la directora del orfanato.  La secretaria, los hace pasar a la amplia oficina, en donde una mujer madura acude con afabilidad a su encuentro. 

La directora les ofrece un café e invita a sentarse en las sobrias sillas. Luego de una breve charla protocolar, irrumpe en la habitación una dama con un niño en los brazos. El corazón de Gertrudis se acelera al ver los grandes ojos del infante.


Patricio se levanta enseguida, está sorprendido. Las veces anteriores, los niños venían caminando por sí solos, era la primera vez que le traían un niño totalmente indefenso. Él también fue huérfano en su país de origen cuando la guerra le quitó a sus padres.

Una mezcla de sentimientos los envuelve, y la certeza de que deben adoptar al pequeño se refleja en los ojos cuando ambos se miran mutuamente. 

Gertrudis intuye que está ante el niño que semanas antes lideraba las noticias. El desplome del gran avión con más de doscientas almas, fue una muerte segura, pero por alguna razón que nadie sabe explicar, el niño sobrevivió contra todo pronóstico.

Los esposos, en sincronía, también ven en él la respuesta a sus oraciones. Dos buenas noticias en un mismo día. ¿Cómo rechazar tan grandes regalos?


Con el pasar de los años, tanto el niño como la niña, crecieron muy unidos en un hogar repleto del amor de sus padres. 

El niño se hizo inseparable de su padre, compartía el goce de participar en las actividades benéficas de sus padres, en especial, durante las visitas al orfanato para repartir juguetes.

La niña, casi un año menor, heredó el carácter compasivo y afable de su padre como también, el esmero por cuidar de los suyos, un rasgo característico y distintivo de su madre.  

Gertrudis y Patricio sienten que detrás de aquellos hermosos niños está un gran benefactor, quien siempre escucha las peticiones de quienes son dignos a pesar de sus imperfectas humanidades. El trabajo es duro, pero vale la pena.


El relato está inspirado en el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Beneficencia, acordado para el 7 de septiembre de cada año por la Organización de las Naciones Unidas para reconocer la labor de la caridad como instrumento para combatir y mitigar el sufrimiento humano.

Si bien hay muchas organizaciones para la caridad pública, la voluntad de solidaridad y ayuda en cada uno de nosotros es fundamental para coadyuvar al logro de un mundo mejor.

Probablemente, jamás se erradique la pobreza, puesto más allá de lo material, es una condición no deseada del alma humana que todos debemos superar durante el viaje de la vida; no obstante, si es posible mitigar las carencias del prójimo, aquel que nos ve a los ojos pidiendo ayuda.

Te invito a ser cada día menos pobre para enriquecer tu vida con cada acto de caridad.


Escrito por: @janaveda

Edición e imágenes: @fermionico


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