El viejo brazo | Contenido Original

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Nadie sabía cómo se llamaba realmente, pero su fama lo precedía porque tenía un superpoder que era capaz que de hacer cualquier cosa con respecto al tema de la salud, además, se le creía inmortal, pues, habían pasado ya casi 100 años y aquél anciano todavía tenía energía para mantenerse de pie, caminar, sonreír y realizar los milagros que la gente tanto le adjudicaba cuando iban a visitarlo para sanar.

Le decían Le vieux bras por su longevidad, ya que, en su traducción al español, al «viejo brazo» le adjudicaban el poder de sanar todos los males que pudieran existir sobre la tierra, cualquier enfermedad, cualquier maldición supersticiosa, cualquier tipo de mala energía posible, podía ser removida a través de una técnica que muchas personas aún no entienden, pues, para todos, es un simple abrazo, pero para él, era algo más, y yo he decidido ir a conocer su perspectiva.

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Foto por Towfiqu barbhuiya en Unsplash

A pesar de que muchas personas conocían las leyendas sobre él, no muchos iban a visitarle y era bastante particular este hecho, yo sentía que, sabiendo cómo funciona su milagro, tendría filas interminables de personas en la puerta de su casa, así que decidí ir a investigar un poco sobre el lugar en dónde vive, para ver si es que había alguna particularidad que desentrañara el enigma de su soledad perenne a pesar de su don.

Su casa era antigua, particularmente pintoresca, no olía como se veía, realmente se sentía fresca, sentías un alivio muy grande al pasar por la puerta principal, como si todas tus preocupaciones se quedaran de la puerta para afuera, era hipnotizante, pero cuando llegas, él no te recibe en la puerta, sino que tiene muchas luces que te llevan por un pasillo muy largo, y ves algunos mensajes curiosos en las paredes mientras llegas a su recinto.

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Foto por Vadim Babenko en Unsplash

Habían muchos mensajes reflexivos en esas paredes, que me iban abriendo la mente un poco con respecto a muchas cosas que había hecho mal durante toda mi vida, algunas tenían que ver con mi familia, algunas con mis amigos, algunas inclusive tenían que ver con el amor propio que me tenía que me hicieron sentirme triste, nostálgico, me hicieron respirar profundo por tener un nudo muy grande en la garganta que no me dejaba ni siquiera poder seguir caminando.

Entre lágrimas crucé ese pasillo que se me hizo interminable, sentí que una parte de mí se despedazó y dejó los retazos y pedazos regados por el suelo como si fueran migajas en el camino, me sentía totalmente irreconocible, como si fuera otra persona totalmente diferente; luego de estar caminando durante unos veinte minutos, ahí estaba, a unos pocos metros de distancia, el viejo abrazo.

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Foto por Takalani Radali en Unsplash

Antes de siquiera cruzar algún tipo de diálogo con él, recibí una mirada cálida, que me irradió, por un momento sentí una felicidad abismal por dentro y lo único que quería era ir y abrazarlo fuertemente, pero lo único que pude hacer, fue llegar cerca del lugar donde estaba sentado y me arrodillé, el llanto empezó a salir de mi ser y perdí el control total de mis emociones, solo quería envolverme en una sábana en posición fetal y dejar salir todo ese peso que tenía cargado conmigo durante años.

Él, sin mediar palabras, solo me agarró del brazo para levantarme y procedió a darme ese abrazo cálido del que todo el mundo hablaba, y aunque no me lo vayan a creer, sentí que mi alma comenzaba a llenarse de esperanza, de calor, de cariño y no podía entender el cómo un simple abrazo podía hacerme sentir tantas cosas especiales, sobretodo viniendo de una persona que no conocía en absoluto, que no tiene ningún tipo de vínculo conmigo, era insólito.

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Foto por Amisha Nakhwa en Unsplash

Luego de todo este momento mágico, procedí a preguntarle el secreto de su don, cómo era posible sentir tanto en un mero abrazo de una persona que jamás has visto en tu vida, que jamás has conocido y que jamás habrías sabido si sería agradable o no, y lo que me respondió fue mucho mejor de lo que sentí en esos minutos en los que recibí su cálido abrazo.

«Cuando las personas caminan por el pasillo, van expiando sus pecados y errores, se enfrentan al peor enemigo que pueden tener durante sus vidas: ellos mismos; en el momento en el que aceptamos que hemos hecho cosas malas, un sentimiento de culpa nos embarga y nos genera un peso que muchas veces no estamos listos para cargar, porque nuestro cuerpo es fuerte, pero el espíritu es delicado.»
«Luego de pasar por el proceso del pasillo, cuando llegan a mí, las personas ya están abiertas a sanar, porque el peso del pasado los sobrepasa, yo solo ofrezco mis brazos para que se dejen llevar y sientan que tienen el apoyo requerido para sanar, yo nunca he sanado a nadie, las personas se han sanado solas, yo no poseo un don, solo cumplo con mi rol fraterno que me caracteriza como ser humano, solo sigo el camino del amor.»

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Foto por 🇸🇮 Janko Ferlič en Unsplash

Este post es realizado en conmemoración del Día Internacional de la Fraternidad Humana, el cual se conmemora cada 4 de Febrero, propuesto por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como un día de reflexión con respecto a la convivencia, el respeto y la armonía dentro de la diversidad de culturas y pensamientos que existen en la humanidad, es un día para desarrollar mecanismos que nos mantengan en un balance como sociedad y nos preserve siempre en el camino del amor, jamás de la violencia.


Escrito y diagramado: @ilazramusic

Edición: @fermionico


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