La computista | Contenido original

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Lucía era tan brillante como su madre Sofía, y destacó sobre manera durante la época escolar en el área de las matemáticas y ciencias básicas. En las actividades extra-curriculares estudiaba y practicaba el juego ciencia, logrando, inclusive, batir al viejo maestro y tutor de ajedrez en más de una ocasión.

Así logró una beca para asistir a una prestigiosa universidad para cursar una carrera de ingeniería dentro del ámbito computacional, no sin antes superar los rigores de una serie de exigentes pruebas de aptitud y vocación. 

A pesar de obtener excelentes resultados, casi se quedó afuera por ser muy joven y mujer. Algunos miembros del jurado de la beca objetaron la precocidad con base en un prejuicio sobre la madurez psicológica y el hecho de que sería la única fémina, mejor dicho, niña, dentro de una corte predominantemente masculina. 


Por fortuna, para ella, descalificarla en aquel justo momento en el que el debate acalorado ocupaba la palestra pública para mitigar la discriminación por género, frenó en las mentes de los más conservadores, tales intenciones. Así que desistieron, permitiéndo, no sin resquemores,  ingresar al selecto grupo de jóvenes talentos. 

Sofía estaba orgullosa del logro de su hija. Ella misma, no pudo alcanzar esa meta en su oportunidad a pesar de haber sido la candidata más sobresaliente de su generación. Los dinosaurios académicos a quienes se enfrentó, determinaron que la ingeniería era solo para los hombres. ​​

Si bien, re-enfocó sus energías al estudio dentro de las ciencias básicas y a promover el activismo en favor de la igualdad de oportunidades, nunca dejó de lado su capacidad autodidacta para aprovechar los avances de la revolución digital de la época. Así que, vio en el logro de su hija, la reivindicación de la injusta frustración de sus aspiraciones unas décadas antes. 


Lucía alucinaba recreando el primer día de aula. Sin duda, ella era la persona más joven en ser admitida para cursar la carrera de computista desde la creación del área en la universidad. El día cuando ella entró al salón de clase por primera vez, el profesor guía la miró con una intriga muy discreta, pensando en qué hacía aquella menuda niña allí. Pero más temprano que tarde, las dudas quedaron disipadas con el desempeño excepcional de Lucía y la madurez inusitada encubierta en la aparente fragilidad.   

Al finalizar el primer término académico, Lucía ocupó el sitial de honor para la sorpresa de profesores y alumnos. Ellos se preguntaban cómo era posible que una niña fuera tan inteligente y disciplinada con sus asignaciones. Se suponía que las niñas solo jugaban con muñecas los oficios del hogar.

No pasó mucho tiempo en que la envidia dominó el corazón de Livio. Un chico acostumbrado a ser el centro de atención y a liderar a los otros chicos de su entorno. Él vio a Lucía como una piedra en el zapato para su exacerbado ego.


Empleó toda su atención y energía en competir en forma encubierta en contra de Lucía. Declarando una tácita guerra académica imaginaria. Así que, Livio estudió el doble, afectando, inclusive, el desempeño de las actividades deportivas por la cual había obtenido la beca de estudio.

Al finalizar el segundo término académico, Lucía volvió a ocupar la primera posición en el escalafón académico de su corte, superando a Livio otra vez por centésimas de puntos.

Lucía disfrutaba el estudio de lo abstracto sin preocuparse de las calificaciones, tan solo escrutaba con deleite los problemas que le presentaban sus maestros, sin centrarse en la calificación final. Ella recordaba las lecciones de su madre Sofía cuando le inculcó lo importante de disfrutar el proceso y el camino en desentrañar el misterio que presenta la vida.


En cambio, Livio aprendió de la embriaguez de la aclamación de los demás para sentirse bien. Era la primera vez que hacía de segundón, y el sabor amargo emergió al verse superado por una pequeña niña que juzgaba que no debía estar allí.   

Lucía notó la manera hostil en que Livio la miraba durante las largas sesiones de clases, y comprendió pronto el motivo. Ella podría ser algo más joven que el promedio de sus compañeros, y la única mujer del grupo. Ya estaba acostumbrada a suscitar la envidia desde que tenía recuerdos. Un problema más y recurrente en el que su sabia madre también la había preparado.

Lucía a la salida de la clase abordó a Livio en forma directa, retándolo  a un encuentro de ajedrez para definir al representante de la corte para  los juegos inter universitario que se celebrarían en un par de semanas. Livio sorprendido bajo la mirada expectante del resto del aula aceptó titubeante.

Luego de las eliminatorias, Lucía y Livio se enfrentaron bajo el arbitrio del viejo mentor de Lucía y un gran maestro de alto prestigio. Para sorpresa de todos, Livio resultó vencedor luego de cuatro largas horas. Ahora él era el abanderado de sus compañeros en ajedrez y al mismo tiempo integraba el equipo de baloncesto de la universidad.


Lucía sonreía sutilmente mientras salía de la sala de competición. El viejo maestro la alcanzó  y le susurró: lo dejaste ganar como a mí en la última vez que nos enfrentamos. Ella lo miró y le dijo, mi querido maestro, no siempre conviene ganar. A veces, perder es ganar. Dale a cada quien, lo que quiere.

El relato está inspirado con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia el cual se celebra el 11 de febrero de cada año desde 2016, decretado así por la Organización de las Naciones Unidas con el propósito de “promover la participación plena y en condiciones de igualdad de las mujeres y las niñas en la educación, la capacitación, el empleo y los procesos de adopción de decisiones en la ciencia, eliminar toda forma de discriminación contra la mujer, incluso en las esferas de la educación y el empleo, y sortear las barreras jurídicas, económicas, sociales y culturales al respecto mediante, entre otras cosas, la promoción del establecimiento de políticas y planes de estudio en el campo de la ciencia, incluidos programas escolares, según corresponda, para alentar una mayor participación de las mujeres y las niñas, promover las perspectivas de carrera de las mujeres en la ciencia y reconocer los logros de las mujeres en la ciencia.”


Escrito por: @janaveda

Edición e imágenes: @fermionico


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