La lección de Auschwitz | Contenido Original

Cuando vimos el calendario de observancia de los días internacionales que Naciones Unidas conmemora, nos recorrió un sentimiento difícil de describir y, quizás, hasta aterrador ¿cómo edulcorar un escrito con algo tan tenebroso como el holocausto? Jamás la raza humana había asistido a un genocidio de tamañas proporciones, sé que muchos dirán ¿y donde dejas el genocidio hecho por los conquistadores Europeos en América?

Concedemos eso, pero no se trata de hacer competencias para dejar mal parado a uno más que a otro, lo que diferencia al segundo del primero -primordialmente- es el objetivo: América era un territorio a conquistar, por las buenas primero y, al no funcionar, se recurrió a la masacre de pueblos enteros por la tenencia de tierras. Pero la Alemania Nazi mató a seres humanos por odio simple y llano, racismo del más enfermo que haya conocido la humanidad. Ambos objetivos eran igual de deleznables, pero jamás se podrá observar con el mismo ojo la conquista por territorio, que el asesinato en masa por odio.

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Fuente: Pixabay


Y es por ello que la Organización de las Naciones Unidas (O.N.U.) reunida en asamblea general el primero (1ro) de Noviembre del año 2.005, decidió declarar los días 27 de Enero de cada año, como el Día Internacional para la conmemoración de las víctimas del holocausto. El rememorarlo tiene una efeméride especial para el pueblo judío, porque ese mismo día en 1.945, el ejército rojo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.) entró y liberó en Polonia, el campo de concentración y exterminio de Auschwitz, culminando de esa manera una pesadilla.

«Sería un peligroso error pensar que el Holocausto fue un simple producto de la locura de un grupo de criminales nazis. Más bien todo lo contrario, el Holocausto fue la culminación de milenios de odio, culpabilización y discriminación de los judíos, lo que ahora llamamos antisemitismo.»
Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres.

También sería una completa ingenuidad pensar que el antisemitismo ha desaparecido, de allí la necesidad perentoria de impedir que los hechos ocurridos en Europa, durante la segunda guerra mundial, sean olvidados.

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Fuente: Pixabay


Visto desde la óptica sudamericana, aquellos hechos se hacen distantes, el tiempo hace mella en el recuerdo y la distancia también contribuye con lo suyo. Nuestro desconocimiento del pueblo judío y el no haber nacido durante la época en la cual esa barbarie se produjo, nos dificulta poder entablar un juicio basado en el conocimiento certero de las cosas que allí pasaron. Afortunadamente, la documentación histórica es abundante y muchos de los afectados, como las familias que tuvieron víctimas, han hecho el trabajo de testimoniar como una idea enferma, de pronto, se puede hacer realidad en manos de un loco con mucho poder.

¿Y porqué importa escribir sobre un hecho tan distante y ajeno? Basta con ver como los tiempos cambian pero el odio permanece. Los movimientos neo-nazis han estado creciendo como la mala hierba y asistimos a tiempos peligrosos donde las ideas, las religiones, la política y la ideología, preparan el terreno para conquistar mentes débiles que caen ante el embrujo de una sarta de pendejadas dichas de forma medianamente coherentes y que buscan echarle la culpa de sus desgracias a otros pueblos o razas.

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Fuente: Pixabay


¿Estudiar los orígenes de tanto odio? ¿Para qué? Debo confesar que siendo joven, el tema nazi nos atrajo como caso de estudio, por lo atractivo que resulta lo prohibido, es decir, aquellos temas tabú que la juventud tanto busca saber, a contracorriente de lo deseado por los adultos. Fue así como nos hicimos de un ejemplar de Mein Kampf (Mi lucha), un libro escribo por el mismísimo Adolf Hitler, donde prodiga las ideas que el tenía sobre cómo debía ser la sociedad, entre otras perlas.

Y fue con ese libro, vistas las cosas como resultado de haber puesto en práctica todo lo descrito, que perdimos la ingenuidad que nos acompañaba como idealistas de un mundo libre de odio. Es decir, cuando lo lees, al principio, hay ciertas ideas con las que comulgaría cualquiera en su sano juicio; pero luego te das cuenta como concatena ideas enfermas con ideas sanas, para convencer a toda una sociedad. Y esa fue la perdición de la sociedad alemana.

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Fuente: Pixabay


Y nuestro inestimable lector podría bien decir: Claro, es fácil juzgar a la distancia y cuando lo hechos están más que comprobados, pero yo les diría que, tal simplificación, no tiene cabida en un alma, cuando se trata de rememorar personas que sufrieron las atrocidades que el pueblo judío (polaco y alemán, principalmente) sufrió a manos del nacionalsocialismo.

Y tal vez, la mayor lección que podemos sacar de ello, es -precisamente- el impedir que formaciones políticas e ideológicas, intenten imponer sus criterios, basados en el odio o las culpas a otros seres humanos. Salvando las distancias, aquellos que vivieron la Venezuela puntofijista, han asistido con horror a un ajuste de cuentas social, con un odio promovido entre hermanos: si no estás conmigo, estás contra mí, que le ha hecho un daño enorme a una sociedad acostumbrada al buen trato entre pares.

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Fuente: Pixabay


Y esa es la tarea pendiente de la dirigencia política moderna: acabar con la brecha de desigualdad. Mientras esta exista sobre la faz de la tierra, miles de movimientos parecidos al nazismo, conseguirán la tierra abonada para sembrar sus semillas de odio.

Auschwitz no es solo un lugar en Polonia que presenció un horror, Auschwitz es el resultado cuando toda una élite mundial decide mirar hacia otro lado porque solo necesitan de los demás, la servidumbre. No importa si tienen o no para comer. ¿De donde creen que se alimentan estos movimientos extremistas? De la desesperación y la desesperanza al no ver un mañana con claridad. Y eso es lo que se debe combatir.


Escrito por: @fermionico


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